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lunes, 6 de julio de 2020

"Mi papá es el mejor baterista del mundo": Zak Starkey

Ringo Starr está de cumpleaños este martes 7 y se convertirá en el primer beatle en alcanzar las ocho décadas de vida. Zak Starkey, su hijo mayor, nacido en pleno frenesí beatlemaníaco y también baterista de The Who, habla con Culto acerca de crecer con un padre símbolo del siglo XX, aunque advierte: “En un momento me rebelé contra los Beatles”.

Cuando a los 14 años tenía su propia banda, The Next, y despegaba como baterista en los pubs londinenses, Zak Starkey (54) tomó una decisión drástica que para cualquier músico en cualquier lugar del planeta sería un acto kamikaze: renegar de los Beatles.

“Me rebelé y no quise escucharlos más. Ni a mi papá ni a mi mamá”, confirma. En su caso, la blasfemia era doble: no sólo se trataba de matar a la banda más grande de todos los tiempos; también se trataba de matar al padre. Un ejercicio freudiano contra la grandeza de la beatlemanía.

“Mi grupo empezó a recibir mucha atención, pero por las razones equivocadas, no por su música, no por lo que mostrábamos, no por lo que éramos. Por eso me rebelé. Pero fue sólo por un tiempo”, matiza ahora, al teléfono con Culto desde su residencia actual en Jamaica.

Si la historia de The Beatles se narrara como una dinastía, Zak Starkey sería uno de sus herederos más
aventajados. Nacido el 13 de septiembre de 1965, es el hijo mayor de Ringo Starr -Richard Starkey, su verdadero nombre-, fruto de su primer matrimonio con la peluquera Maureen Cox. Llegó al mundo justo cuando el grupo empezaba a resentir los estragos de una popularidad sin precedentes y se alistaba para abrir la vorágine creativa inaugurada ese mismo año con el disco Rubber Soul.

Zak vivió el primer lustro de su existencia viendo a papá como un beatle, casi como un testigo silencioso de ese segundo período del cuarteto que cubre desde sus mejores álbumes hasta la ruptura en 1970, quizás con varias mañanas en que su progenitor se despedía de beso para ir a trabajar y le prometía estar pronto de vuelta: “Ahora debo terminar de grabar unas cositas en Sgt. Pepper y quedo disponible para que juguemos”, “termino con los chicos de hacer Abbey Road y nos vemos en la noche para leerte un cuento”.

Por lo mismo, fue finalmente un batalla perdida liberarse de la sombra del baterista más célebre de la historia y hasta hoy, a las puertas de cumplir 80 años este martes 7 de julio, un hombre cuyo rostro junto al de sus tres excompañeros se sigue replicando casi imparable en posters, poleras, documentales, llaveros, fotos de Instagram y cualquier artefacto posible. De hecho, alguna vez le bastó sentarse frente a una pantalla para darse cuenta que su padre incluso a veces no era humano: era un dibujo animado llegado desde otro mundo.

-¿Recuerda cuál fue ese momento exacto en el que por primera vez pensó “mi padre es uno de los Beatles”?

-Sí, cuando vi la película Yellow Submarine. Antes nunca tuve noción de que él estaba en la banda.

Pese a mirar tan de cerca esos días, Starkey dice que no guarda demasiadas vivencias de todo el firmamento de personajes, hitos y canciones que giraban en torno a su familia en los años 60: “No tengo grandes recuerdos ni podría decir que se me quedaron escenas grabadas. Ni siquiera de John Lennon. Lamentablemente yo era muy pequeño”.

-Pero usted ya tenía más conciencia en los años 70, cuando su padre ya no formaba parte de los Beatles. Él siempre se ha mostrado como el integrante que más lamentó la disolución de la banda. ¿Recuerda haber percibido algo de eso en ese tiempo?

-Mi papá siempre estaba muy feliz de estar en casa con su familia. Entonces su estado de ánimo en esos años siempre fue bueno, siempre estuvo tranquilo con todo lo que sucedió. Al estar en casa, me dejó encontrar mi propio camino en la música a través de los discos que él tenía con mi madre.

Crecer en un entorno lleno de música fue clave para precipitar una carrera de baterista que comenzó a los ocho años, cuando se sentó por primera vez tras los tambores y platillos, para después a los 12 formar su primera agrupación, precisamente The Next. Fue tal su entrega que en los 80 abandonó el colegio para consagrarse por completo al rock, los escenarios, y el día y noche en la ruta.

Pero a su clan no le hizo demasiada gracia: papá Ringo, al mismo que había descubierto como un colorido y lisérgico dibujo animado a bordo de un submarino amarillo, ahora era un adulto más estricto y simplemente decidió echarlo del hogar al ver que había renunciado a sus obligaciones escolares.

En vez de desmoralizarse, se puso manos a la obra hasta transformarse en un cotizado músico de sesión, cuyos minutos de máximo brillo llegaron en 1996, cuando se hizo cargo de la batería de The Who, rol que cumple hasta hoy y que lo tuvo en Chile en 2017, en ese demoledor concierto en el Estadio Monumental; y entre 2004 y 2008, cuando se unió a otros coterráneos, Oasis.

-En su infancia, ¿qué discos se sentaba a escuchar con su padre en su casa?

-Mi casa estaba llena de vinilos por todos lados. Tanto mi papá como mi mamá tenían un excelente gusto musical y eso hizo que todo fuera mucho más fácil. Entre lo que oíamos estaba desde el blusero Lightnin’ Hopkins hasta Ella Fitzgerald, Freddie King, Billy Preston, Little Richard y todo el rock and roll de los años 50. ¡Y por supuesto The Who! Luego me empecé a meter en el glam rock, me hice fanático de T. Rex, David Bowie, Roxy Music, Suzi Quatro, Slade, The Sweet y Alice Cooper.

“Mis padres me dieron permiso para comprar un single de siete pulgadas por semana. Aún los tengo todos. El primero que compré fue ‘Hot love', de T. Rex”.

De hecho, en 1971 fue al primer show de su vida, cuando apenas tenía seis años y el ex Beatle lo llevó a ver a T. Rex, la agrupación más famosa de esos días en Gran Bretaña, comandada por Marc Bolan, ese magnético cantante de pelo ensortijado y voz afilada que mucha prensa proclamó como el sucesor natural de los Fab Four. El propio Ringo había trazado una fuerte amistad con él, participando como uno de los productores del documental Born to Boogie, el que exhibía el éxtasis detonado por Bolan y los suyos.

A la hora de preguntarle por sus héroes de infancia, Zak es claro en sindicar a T. Rex como todo lo que él quería ser: sus ídolos sin contrapesos. Pero al momento de ampliar la mirada y apostar por su grupo favorito, tampoco lo duda: “Mi banda favorita de todos los tiempos son los Sex Pistols”.

Pese a toda la paz y amor que le prodiga, pareciera que Starkey aprovecha cada cierto rato alguna frase para volver a distanciarse de la omnipresencia de su progenitor. Está claro que su banda predilecta nunca fueron los Beatles.

Del otro lado, Ringo nunca quiso que él ejerciera como baterista ni que fuera parte de los vicios y pecados de la industria de la música. Apenas le dio una sola clase de percusión cuando era un niño, deseando en silencio que ojalá optara por un oficio más formal, como doctor o abogado, tal como ha contado en muchas entrevistas.

Quizás por lo mismo, Zak debió buscar a sus maestros en otros lados. Y ahí aparece otra figura capital: su principal influencia como baterista fue Keith Moon, el fallecido integrante de los años más salvajes de The Who. Fue su padrino y fue quien le regaló su primera batería, sosteniendo a partir de ahí -y hasta la muerte del músico en 1978- largas conversaciones acerca de cómo tocar mejor, en qué momento ser más elegante o en cuál arreciar como un bombardero y, por supuesto, cómo aprovechar el puesto para conseguir chicas. Cuando Ringo se ausentaba, Moon aparecía para cuidar de él como una suerte de segundo padre.

Keith me regaló mi primera batería en 1976, tenía once años. Era una batería blanca. Yo era muy bajo y nadie podía verme tras el set. Pero todo el mundo podía escucharme, sobre todo nuestros vecinos, que siempre trataban de hacerme callar. Él me enseñó mucho”, rememora.

Como si el destino fuera circular, Starkey ocupó a partir de mediados de los 90 el espacio dejado por Moon en los Who, lo que hasta hoy define como “un auténtico sueño”, ganándose de forma definitiva los elogios de la crítica y el público.

Esta semana, su apellido y su linaje nuevamente estarán en boca de todos. Y gracias a su padre. Ringo Starr celebrará el martes sus ocho décadas con un concierto en línea que tendrá una serie de invitados, como Sheryl Crow, Gary Clark Jr., Sheila E., Ben Harper y, cómo no, su camarada Paul McCartney. Se emitirá a las 21 horas de Chile en el canal de YouTube del inglés.

Zak no estará presente en la fiesta. “No, no participaré”, subraya. Hoy pasa una parte importante del año en Jamaica, donde lidera un sello discográfico llamado Trojan Jamaica, el que graba a artistas locales y donde materializa su amor por el reggae, uno de los credos espirituales y artísticos que ha abrazado en los últimos años.

En ese país reside junto a su pareja, la cantante australiana Sharna Liguz, con quien desde 2010 integra SSHH, una agrupación de electropunk cargada de capas sintéticas y baterías digitales, un proyecto que suena como si Siouxsie Sioux chillara entre riffs y computadoras. Por supuesto, nada que ver con los Beatles. Además, ahí Starkey deja de lado las baquetas y se prueba como guitarrista. Nada que ver con su padre.

Alto: Zak no estará en el festín virtual de Ringo, pero sí guarda un último mensaje para el hombre que le dio la vida y la música.

-Si tuviera que hacerle un regalo en estos 80 años, ¿qué le obsequiaría? ¿O qué le diría?

-Mi papá es el mejor baterista de rock and roll del mundo y también el mejor papá. Me gustaría darle mucha paz y mucho amor por su cumpleaños. Y muchas gracias por todo. www.latercera.com

viernes, 19 de agosto de 2016

Entrevista a Pete Best en su visita a Perú

Pete Best hizo historia. Fue el primer baterista de la formación original de The Beatles, la emblemática agrupación de Liverpool que alcanzó el éxito a nivel mundial; sin embargo, Pete no estuvo para saborear todos los triunfos de la banda.

La madre de Pete Best, Mona Best, era una empresaria de Liverpool que tenía el local "The Casbah" , el cual fue solicitado por John Lennon, Paul McCartney y George Harrison para tocar junto a Pete Best y presentarse ante el público como The Beatles.

Años más tarde, Pete fue retirado sorpresivamente de la agrupación y dio pie a que se propaguen diversos rumores, pero la verdad aún no ha sido revelada, ya que incluso Pete la desconoce.

Pete llegó a Perú para presentarse junto a 'Un día en la vida' en un concierto tributo a The Beatles en el Gran Teatro Nacional.

Se corrieron rumores sobre su salida de T­­he Beatles, muchos aseguraban que era debido a que faltaba mucho a los ensayos y otros decían que Ringo se quedó en la banda debido a su cercanía con Harrison

Es verdad que Ringo Star era muy amigo de George Harrison, pero lo de las faltas es algo que inventaron los medios, ya que incluso teniendo hijos y estando lejos hice grandes sacrificios para no faltar. Yo no faltaba.

Otro de los rumores fue que lo sacaron por ser el más atractivo de la banda…

Es rock and roll, eso sí ocurría.

¿Qué tan difícil fue superar su salida de The Beatles? En alguna ocasión contó que pensó en suicidarse…

A los dos meses ya había salido adelante. Cuando pensé en suicidarme, mi madre y mi hermano me hablaron al respecto y me dijeron que si hacia eso, que era tan tonto, iba a privar al mundo de un gran músico, a su esposa de un gran esposo e iba a privar a sus hijos de un gran padre. Desde entonces no lo he vuelto a pensar.

El único de los Beatles vivos que podría saber la causa real de su salida es Paul McCartney ¿en alguna ocasión han conversado sobre el tema?

No he tenido oportunidad de hablar con él, incluso hemos tocado en los mismos lugares. La última vez que hablé con Paul fue en 1962. Tal vez algún día hablemos.

¿Cómo le ha ido con su nueva agrupación?

Es una gran banda. Hay grandes músicos que quisieron apoyarme y juntos hemos viajado por todo el mundo. Hemos realizado diversas presentaciones y hemos escrito nuestras propias canciones. Me siento orgulloso de eso. larepublica.pe

domingo, 8 de mayo de 2016

McCartney: "Para mí, el rock nunca fue rebeldía"

“Sí, estoy en Minneapolis. ¿Cómo está el clima por allá?” Apenas entra en contacto a través de la línea, Sir Paul McCartney desarticula con una pregunta de hijo de vecino cualquier gesto de solemnidad, y hace gala de su capacidad para establecer un diálogo que disimula la enorme diferencia que existe entre la condición de cualquier mortal normal y la suya, que indica que ese hombre nacido en Liverpool hace casi 74 años que en una semana estará por tercera vez en la Argentina, es sin duda uno de los artistas y personajes más relevantes del último siglo.

“Es especialmente estimulante ir a tocar allí. No veo la hora de llegar para compartir una fiesta de rock and roll”, dice el músico, que el domingo inaugurará su etapa argenta del One on One Tour -que entre sus "novedades" incluye el debut de Love Me Do y A Hard Day's Night en su repertorio solista- en Córdoba, y que completará el 17 y 19 de este mes en el estadio Único de La Plata. McCartney, que con el paso del tiempo saldó varias de las cuentas pendientes que sembró en el pasado -su tirante relación con Yoko Ono incluida-, y que hace rato retiró la palabra "retiro" de su diccionario personal, habla con una voz que denuncia su edad en una medida tal que el escenario no refleja.

Acaso sea esa la razón que lo impulsa a seguir recorriendo el mundo con su música y su historia. Con él viajan su infancia en Liverpool, The Beatles, The Cavern, la conquista de América, las experiencias con drogas, el Maharishi, su matrimonio con Linda, cuatro hijos, sus idas y venidas con Yoko, la separación de la banda y la vida sin John, George y Ringo, Wings, la cárcel en Japón, el asesinato de su amigo y socio, la muerte de Linda, la de George, su segundo matrimonio, su quinta hija y su divorcio, su tercera esposa, Nancy Shevell -vivencias contadas una y mil veces- y, sobre todo, varias de las canciones más bellas que alguien haya entregado a la humanidad.

“Girar y tocar es algo que amo, y que siempre amé hacer. Es un placer. Siempre digo que nosotros no trabajamos con la música, sino que jugamos con ella. Pero al mismo tiempo, no deja de ser un trabajo, y está muy bien que así sea. No podría quedarme sentado a hacer nada”, explica McCartney, para quien la fama y el dinero hace rato dejaron de ser su combustible. “Los públicos... -agrega-, ellos te dan la energía.”

Pero, a esta altura, uno podría suponer que ya pasaste por todas las sensaciones que un artista puede experimentar sobre un escenario.

Es interesante... Siempre pensé que cuando fuese envejeciendo ya no iba a querer seguir haciendo lo que hago. Pero si no hiciera música por mi trabajo, la querría hacer de todos modos. Aún en los días en los que no tengo la obligación de hacerlo, siempre agarro la guitarra o toco el piano. Me suelen preguntar si no es muy cansado hacer conciertos tan largos como los que hacemos. Debería serlo; pero la energía que te entrega el público genera el efecto opuesto. Es un proceso que involucra a la música, a la gente y a las canciones en sí mismas.

¿Aún habiéndolas cantado tantas veces?


Sí. A veces pienso por qué no me harto de cantar algunas de ellas. Y creo que es porque cuando las canto, encuentro cosas nuevas. La otra noche mientras cantaba Let It Be, empecé a pensar acerca de la situación del mundo, y el significado que tiene hoy esa letra; para mí, y para la gente. Encontrar siempre cosas nuevas en las canciones me resulta fascinante.

¿El significado cambia?

Sí; cambia porque la gente cambia. Pasan muchas cosas con las canciones, no sólo lo obvio. La canción tiene que ver con lo que te está pasando en tu vida en ese momento en el que la escuchas.

¿También cambió el significado del rock, que en algún momento simbolizó la rebeldía contra las estructuras establecidas, contra los mandatos parentales...?
Es que (interrumpe) no todo el mundo pensaba que el rock era eso. Cuando empezamos con el rock and roll no se trataba de rebeldía, sino de esa maravillosa música. No tenía nada que ver con rebelarse contra sus padres. Yo tuve unos padres maravillosos, contra los que no necesité rebelarme; y tampoco contra la sociedad. Uno podría decir que se trataba de rebelarse contra la música anterior, pero nunca lo vi de ese modo. Para mí el rock nunca fue rebeldía. Lo veía como una música grandiosa que nunca había escuchado antes, y que me hacía feliz. Estaba contento de ser parte de la nueva escena. Pero no era que nos estábamos rebelando contra nadie. Cuando yo canto, me siento bien; no es que estoy pensando '¡Uauh, yeah, sí, cómo me estoy rebelando!'. La gente necesita crearse ciertas imágenes de algunas cosas que pasan. Con el tiempo se creó el mito de que sí, ‘ohhh, el rock and roll era una rebelión’, cuando sólo era una nueva vestimenta, una nueva música, una nueva actitud para con el mundo, que no necesita ser una rebelión. Puede ser sólo un cambio.

Pero ese cambio tuvo una fuerza que luego pareció diluirse. ¿Hasta que punto las facilidades que aportan las nuevas tecnologías afectaron el proceso creativo, que en The Beatles aparece como una búsqueda artesanal, muy física?

Es que eso de que las computadoras hacen más fácil el proceso creativo también es un mito. Al contrario: te da más opciones, y eso lo dificulta más. Hay más oportunidades; cualquiera puede hacer música con una computadora en su habitación. Pero aún así, tienes que llegar al sonido, y a la canción. Y no creo que la tecnología te ayude en eso. En definitiva se trata de lo que sale de tu cabeza, y no de una caja.

¿De qué modo influye el paso del tiempo en eso que sale de la cabeza? ¿Cuánto más difícil o más fácil es encontrar la inspiración?

Si ves las carreras de muchos grandes artistas, vas a ver que hay un periodo en la juventud que es particularmente fructífero. Y eso es así porque cuando uno es joven, todo lo que va pasando a tu alrededor te llama la atención. Luego, cuando vas creciendo, te vas acostumbrando al mundo. Lo que hizo que las cosas a mí me fueran más fáciles, fue haber estado empezando algo, y haberlo hecho escribiendo con John. Era todo muy nuevo, estábamos tomando un montón de información del mundo que nos rodeaba. Lo que uno no tiene que perder es esa capacidad de asombro. Yo no lo veo más difícil hoy. Cuando agarro la guitarra, si tengo suerte alguna canción aparece, como hubiera sucedido antes. La diferencia es esa excitación que tienes cuando eres más joven.

Hace seis años, me dijiste que extrañabas escribir canciones con John, frente a frente en una habitación con sus guitarras. Pero, ¿qué pasó cuando empezaron a componer por separado? ¿Se planteó una competencia entre ustedes?

No. Lo que sucedió es que al principio era natural que escribiéramos juntos porque estábamos mucho tiempo juntos. Era algo natural. Después, él se casó, yo vivía en otro barrio; entonces, si alguno de los dos tenía una idea, empezaba a escribir la canción solo. Así salieron Yesterday, Eleanor Rigby, Let It Be... Algunas veces, las terminaba, como Yesterday. Otras como en el caso de Eleanor, la tenía casi lista y cuando nos encontramos con John, le pregunté si me ayudaba a terminarla. Acostumbrábamos hacer eso; pero si estábamos en locaciones diferentes o de vacaciones, nos acostumbramos a escribir cada uno por su lado. Y fue muy bueno.

¿Muy bueno? ¿Por qué?

Porque cuando la banda se separó, componer resultó no ser tan difícil como uno podría haber supuesto a priori. Teníamos práctica. Por eso, cuando él escribió Imagine, le resultó fácil.

Cuando uno te observa y te escucha, parece que siempre todo fluye de un modo natural, sin frustraciones ni grandes problemas.

Tengo mucha suerte. En mi vida tuve muchas cosas que me dieron y me dan felicidad, pero como todo el mundo, tengo dificultades. Nadie escapa de eso; todos las tenemos, porque es parte de la vida. Pero soy un hombre muy afortunado.

Recuerdo y homenaje

Con McCartney en la línea, a pocas horas de salir al escenario -el beatle tocó miércoles y jueves allí- del Target Center, en Minneapolis, el nombre de Prince, hijo dilecto de la ciudad, no podía estar ausente en la charla.

A lo largo de tu carrera colaboraste con Stevie Wonder, Michael Jackson y Kanye West, tres figuras icónicas de la música negra. ¿Alguna vez planearon trabajar juntos?
No. Nunca tocamos juntos ni tuvimos ningún proyecto en común. Pero he ido a conciertos suyos. Siempre fui un fan de la música de Prince. Y tuve la fortuna de pasar el último Año Nuevo con él, en una celebración privada. Estuvimos allí con mi esposa, con mi familia; estuvo mi hija Stella con su marido. Pasamos una noche fantástica. Fue maravilloso poder compartir ese momento cerca suyo.

Desert Trip: "Una idea muy ambiciosa y excitante"

“Tengo muchas ganas de que llegue esa fecha. Por ahora, lo único que puedo decir es que me parece una idea grandiosa, muy ambiciosa y excitante”, dice McCartney acerca del Desert Trip, el encuentro que reunirá entre el 7 y el 9 de octubre a The Rolling Stones, Bob Dylan, Neil Young, Roger Waters, The Who y el beatle en Indio, en el sur del desierto californiano, anunciado oficialmente el día previo a la entrevista. “Desde que comenzaron a trascender los rumores, todo el mundo se ha mostrado muy entusiasmado con la propuesta. Y a mí me pasa lo mismo”, agrega.  www.clarin.com