martes, 7 de abril de 2009

Eran los cinco de Hamburgo...


John Lennon, Paul McCartney, Pete Best, Stu Sutcliffe y un George Harrison de 17 años llegaron a Hamburgo el verano de 1960. Ya se llamaban The Beatles, pero no llenaban salas de conciertos y llevaban el pelo engominado hacia atrás. Habían llegado contratados por Bruno Koschmeider, un promotor de conciertos del "barrio rojo" de Hamburgo, Saint Pauli, y propietario del "Kaiserkeller", un cochambroso local de la ciudad alemana.

"Les ofrecía un salario de 15 libras a la semana y les daba comida y bebida durante los conciertos", explica Jana Soldicic, que ahora organiza los conciertos en ese mismo local, que se ubica en número 36 de la calle Grosse Freiheit y todavía promociona concursos de jóvenes valores bajo el lema de "Kick it like Beatles".

"Tocaban seis horas al día siete días a la semana. Un día, planearon una estrategia en contra de Koschmeider, que era conocido por ser muy rácano. En un éxtasis musical sobre el escenario, comenzaron a saltar salvajemente sobre las tablas del escenario hasta romperlas para que las cambiara de una vez", narra Soldicic.

El 3 de octubre de 1989, cuando Paul McCartney regresó a Hamburgo para iniciar su gira alemana y volvió al "Kaiserkeller" (http://www.grossefreiheit36.de), ya renovado y con una barra de bar donde se ubicaba antes el escenario, reconoció aquel momento como "el nacimiento del impulso beat".

Primero habían sido contratados para tocar en el "Indra". "Sois muy malos", les dirían. Pero el local cerró y un día se cayó el último grupo de local vecino, el "Kaiserkeller", y Koschmeider completó con ellos un cartel en el que tocaban Rory Storm and the Hurricanes, cuyo batería era una futura estrella llamada Ringo.

"En Hamburgo aprendimos muchas cosas", diría McCartney. "Llegamos siendo unos críos y regresamos siendo unos críos maduros". Se familiarizaron con el escenario, alargaban sus temas hasta los 30 minutos y aprendieron a interactuar con el público.

Comían, bebían y se pelaban ante un público que aumentaba según iba corriendo la voz. Incluso se turnaban para dormir durante el espectáculo.

Se abrieron a un mundo de libertades que pasaron por el sexo, las drogas y el rock and roll. "En Liverpool todas las chicas llevaban faja. Aquí en Hamburgo casi exhibían sus partes íntimas", decía McCartney.

En el "Kaiserkeller" les aseguraban que con las píldoras adelgazantes Preludin se aguantaba mucho mejor la noche. Entre sus ingredientes se encontraba casualmente la anfetamina.

"Ahora aquí todo el mundo dice que vio a los Beatles, pero nadie puede demostrarlo porque pocos sabían en lo que se convertirían. El año pasado -el 11 de septiembre- inauguraron una plaza con su nombre en el barrio", expresa Soldidic.

En ella no son cuatro sino cinco los componentes que luego se escudarían en una manzana verde. Los cinco de Hamburgo.

Hunter Davies explica en la biografía oficial del grupo cómo la ciudad "era más perversa que nunca. Siendo un puerto franco, se había convertido en un centro de tráfico de armas del FLN durante la crisis de Argel. Eso había atraído a mafiosos extranjeros y mucho dinero".

En ese contexto, George Harrison perdió su virginidad. "Mi primer 'polvo' lo eché mientras Paul, John y Stuart miraban. Dormíamos en literas. En realidad, no veían nada porque estaba debajo de las mantas, pero en cuanto acabé, me aplaudieron y me aclamaron", decía.

Entonces ya habían evolucionado desde su llegada, cuando fueron acogidos en un rincón del cine Bambi, al lado del lavabo de señoras. Allí permanecieron hasta su primera vuelta a Liverpool, que no fue precisamente gloriosa: Pete y Paul habían sido deportados por no tener permiso de trabajo y acusados de haber incendiado el Bambi.

George también fue deportado, pero por ser menor de edad, y ante tal panorama, John y Stu también regresaron. Todos sin blanca.

Sin embargo, algo había quedado ya allí y volverían en abril de 1961. Stu, el llamado "quinto Beatle", el más listo y más sensible pero el menos apto musicalmente, se había enamorado, además, de una chica, Astrid Kirchherr, que había fascinado a toda la banda.

Pronto se convirtió en un pilar fundamental del grupo: hizo fotos a la banda y conquistó a Stu, al que convenció de que el flequillo les sentaría mejor peinado hacia delante y no con el tupé típico roquero. Sin darse cuenta, infectó a toda la banda e iluminó la imagen de marca "Beatles".

Stu -que era el blanco de las burlas de John y Paul- decidió dedicarse a las bellas artes y, tras regresar a Liverpool a ver a sus compañeros de grupo, falleció el 10 de abril de 1962 en Hamburgo por una hemorragia cerebral, a los 21 años.

Pete Best, en cambio, fue sustituido por Ringo de una manera poco delicada. Starr era mejor y Paul, John y George lo prefirieron a Pete cuando las cosas se pusieron más serias.

Así, el 5 de octubre de 1962, los Beatles, ya cuatro y en Liverpool, lanzaron su primer sencillo y éxito de ventas: "Love me do". www.diariodenavarra.es


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