miércoles, 8 de diciembre de 2010
"Tuve el corazón de Lennon en mis manos..."
Los amantes del rock, y de The Beatles en particular, nunca olvidan aquella noche del 8 de diciembre de 1980, en Nueva York, cuando John Lennon cayó abatido por un desconocido cuyo nombre se volvería tristemente célebre: Mark David Chapman.
El ex Beatle, de 40 años, regresaba con su mujer, Yoko Ono, al edificio en el que vivía, el Dakota, cuando Chapman, a quien horas antes había autografiado un disco, lo recibió a balazos. El daño que le causó era considerable y se estaba desangrando. Fue trasladado de urgencia al Hospital Roosevelt, donde, al ingresar, y por su estado crítico, se le realizó una tracotomía abierta para darle masaje directamente en el corazón.
"Abrí el pecho de John Lennon y, literalmente, tuve su corazón en mis manos. El corazón estaba vacío cuando empecé a bombearlo. Vimos que había perdido toda la sangre y tenía un tremendo daño en sus vasos sanguíneos. Iniciamos el proceso de transfusión sanguínea, pero sabíamos que las posibilidades eran escasas", dice, en exclusiva, Stephan G. Lynn, médico que a sus 33 años encabezaba el área de urgencias y quien ya está retirado, aunque con frecuencia colabora en el mismo nosocomio.
Todo había sucedido muy rápido aquel lunes para el hombre que realmente tomó el corazón colapsado del músico, en un intento ya no de salvarle la vida, sino de regresarlo de la muerte. En primera instancia no lo reconoció: estaba manchado de sangre por tres heridas en el lado izquierdo del pecho, pálido, sin presión sanguínea, pulso ni signos vitales... ni sus célebres gafas.
"Estaba en mi casa, a las 22:30 horas. Una enfermera me llamó poco después y dijo: 'Doctor Lynn, recibimos una llamada de la Policía. Hay una persona con heridas de bala, necesitamos que regrese al hospital'. Tomé un taxi y llegué al Roosevelt antes que el herido", recuerda, a 30 años del suceso, desde el hospital en que atendió y declaró oficialmente muerto al autor de "Imagine".
"Aun cuando yo había visto a John en fotos y éramos residentes de la misma zona, no pude reconocerlo. Entró en brazos de dos oficiales, y cuando lo ingresamos al cuarto de resucitación, las enfermeras le quitaron la ropa, y, al retirarle su cartera, nos percatamos de que se trataba de John Lennon".
Minutos después, y ante la expectación que se generó, era el momento de oficializar el deceso al mundo:
"John Lennon fue trasladado a nuestra sala de emergencias poco antes de las 11 PM. Estaba muerto al llegar", declaró, en rueda de prensa, y sus palabras estremecieron a los presentes. El asesino, quien permaneció en la escena del crimen, fue detenido sin oponer resistencia.
Lynn había dado primero la noticia a Ono, quien le suplicó no difundirla antes de que ella saliera del hospital, por la puerta trasera, para ir a casa y hablar con su hijo, Sean, de 5 años.
"Treinta años después, te lo digo: siempre supe qué hacer y cómo. Esa noche fui asistido por dos médicos y atendimos al paciente sin ningún pensamiento alusivo a su fama. Una vez que John fue declarado muerto, aproximadamente a las 23:15, todos en el área de urgencias nos detuvimos, respiramos y, sólo entonces, comprendimos que participamos en un momento histórico... del modo menos deseable".
Desde su punto de vista, ¿Chapman era un buen tirador?
La historia dice que Mark David Chapman no era un buen tirador, pero ese día colocó tres balas exactamente en el lugar indicado. Estaba a 13 pies (unos 4 metros) cuando le disparó a John y fue completamente letal.
Usted, ¿era fan del hombre al que atendió o de The Beatles?
Sabía sus canciones, había visto sus primeros shows, pero no era fan consumado de ellos.
Guardan rastros del ídolo
Conocedor del fanatismo ligado a The Beatles y a John Lennon, Stephan G. Lynn ordenó, la noche del 8 de diciembre de 1980, que todo lo usado en la sala de urgencias del Hospital Roosevelt para atender al músico se protegiera con recelo y sin titubeo.
"Todos los utensilios de la cirugía que le practicamos fueron cuidadosamente protegidos: sábanas, toallas, todo. No sé específicamente si con el tiempo fueron destruidos, pero al menos sí protegidos para que no fuesen usados de modo inapropiado. Pedí enfáticamente al staff de urgencias que si tenían marcas de sangre de Lennon en su ropa o batas, no hicieran nada carente de ética", dice el doctor.
"Nos empeñamos en proteger su confidencialidad en todo momento. Un periódico publicó la foto de Lennon muerto, pero aclaro que no fue tomada en el hospital, sino posteriormente, en la morgue. Su privacidad no fue vulnerada por mi staff. Siempre supimos qué hacer". www.tabascohoy.com.mx
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