Entre tanta idiotez, galimatías e historias perversas que aportan los aniversarios de la muerte de John Lennon, se nos olvida que el fundador de los Beatles era un compositor dolido y ácido durante sus últimos días porque comprobaba con desesperación que ninguna canción de su último álbum, ‘Double fantasy’ había despertado el interés de los críticos y menos del público en general.
Ni siquiera con ese simulacro de canción de Roy Orbison que era ‘Just startin’ over’. A finales de diciembre de 1980 ni siquiera se radiaba en las emisoras neoyorkinas.
Lennon había cumplido 40 años y ‘madre’ -es decir, Yoko- le consolaba con las buenas perspectivas de que el álbum arrancara vigorosamente en su tierra, en la distante y perdida Inglaterra. David Geffen, el amigo de Dylan y productor discográfico, había sido el único que se había atrevido a darle a Yoko un millón de dólares de adelanto por ‘Double fantasy’. Ese extraño disco con las impresentables canciones de Yoko, que habían despreciado la CBS, Warner, RCA, incluso la propia EMI.
Inopinadamente, John Lennon se puso a componer. Sí, en ese cutre piano empotrado de su salita de estar, en su apartamento de los Dakota. John le decía a su productor discográfico, a Jack Douglas, y al propio Geffen, asfixiado por su inversión, que no se preocuparan. Tenía como unas 10 canciones nuevas para un musical en Broadway que se iba a llamar ‘La balada de John y Yoko’, como la canción de los Beatles de 1969, cuando se casaron en Gibraltar.
Durante años y años hemos buscado desesperadamente las dos últimas canciones que compuso Lennon antes de ser asesinado a primeros de diciembre. Esas dos canciones eran, aparte de ‘Pop is the name of the game’; la complaciente ‘Dear John’ y la última, la última, la "cristianizada" ‘You saved my soul’.
Ahora, a través de nuestro gremio de productores, he logrado tener esas dos canciones en maquetas más que decentes. Tan difíciles de conseguir como el Santo Grial por la sencilla razón de que Yoko las ha tenido secuestradas estos 30 años.
Yoko no le dió a Paul McCartney ninguno de estos dos temas en aquella famosa cassette del año 1994. Las cuatro canciones que ella consideraba con la suficiente calidad para ser grabadas por Ringo, George y Paul para la Antología de los Beatles eran ‘Free as bird’, ‘Grow old with me’, ‘Real love’ y una cuarta que ha estado bajo secreto, porque la intentaron grabar los tres beatles vivos, pero no pudieron terminarla.
Se sabe ahora que era ‘Now and then’. Pero George Harrison consideró que no era tan especial. Además, todavía dolido con Paul, no le gustaba trabajar con él. George le exigió a Paul hacer uno de los dos ‘middle eight’ de ‘Free as a bird’.
El indiscutible líder de los Beatles había escrito que no creía en Jesucristo, ni en Buda ni siquiera en Elvis, Dylan ni los Beatles.
Pero, sobre todo, lo que odiaba con toda su rabia eran los iconos del tercer mundo, a los que despreciaba tiránicamente. Los llamaba los ‘santos muertos’. Estimaba malamente a Gandhi, a Martin Luther King y al propio Kennedy. Los llamaba también héroes muertos, porque decía que los verdaderos mensajes hay que lanzarlos todavía vivos, cuando se puede ser un apóstol para dar el autentico poder al pueblo.
John Lennon ha pasado como uno de los iconos del siglo XX, de la estatura de Gandhi, Martin Luther King o el propio Kenendy. Es decir, que se ha convertido en otro de los ‘santos muertos’ que tanto odiaba.
Seguro que Lennon se hartaría de la cantidad de panegíricos que escupimos en sus aniversarios.
Como cualquier ser humano, había otros John que apenas conocemos.
Justo como cuando Brian Epstein lo obligó a escribir una canción nueva en tan sólo una noche, porque los productores de la segunda película de los Beatles habían decidido cambiarle el nombre. Se llamaría ‘Help’ y él se lo tomó como un grito, un S.O.S., porque se veía gordo, fatuo y no quería ni a Cynthia ni a su hijo Julian.
Como aquel John de un par de años después, que estaba en viajes de ácido constantemente. Su compañero era John Dunbar, depresivo tras la fuga de su esposa Marianne Faithfull con el cantante de los Rolling Stones, Mick Jagger.
Para disimular, John siempre le decía a Dunbar que sonriera, porque nadie hace preguntas a un hombre sonriente. Era una manera de tapar su personalidad de personaje paranoico.
Hay datos quizá desproporcionados de que Lennon quiso ‘matar’ a su viejo compinche Paul McCartney cuando anunció éste que se separaba de los Beatles y rompió el pacto de mantener el silencio. John no se conformó con escribirle ‘How do you sleep?’ en el álbum ‘Imagine’. Cuando constató que Paul le había hecho perder casi un millón de libras esterlinas de aquella época, en 1970, Yoko, de la familia de uno de los más grandes banqueros de viejo imperio de Hiro-Hito, quiso que Paul pagara su culpa de una “forma diferente”. Yoko ni perdonó ni olvidó.
Un vehemente y novel revolucionario como John Lennon, en 1971, en su peor episodio con la heroína, en su ‘cold turkey’, conoció al revolucionario Malcolm X. A John le parecía parte del ‘movimiento’, como Fidel Castro, Timothy Leary o el propio Mao. A John se le ocurrió darle dinero para el IRA, aunque Yoko lo desmintiera no hace mucho. Uno no puede entender como un ‘santo’, con la perspectiva actual, podía comportarse de esa manera. Las historias sobre su lado oscuro serían interminables.
Pero como sus compañeros del club de los ‘santos muertos’ es el gran hombre en todos nuestros corazones. El hombre que escribió “Todo lo que necesitas es amor”, “Dale una oportunidad a la paz”, “Imagina un lugar sin banderas ni religiones…”. Ese es la “luz” de John. Y su último abrazo a la religión: Jesucristo.
¿Por qué Yoko no ha querido nunca dar a conocer las dos últimas canciones que compuso John?.
Por la sencilla razón que ‘You saved my soul’ (‘Tu salvaste mi alma’) , aparentemente una canción de amor para Yoko, era, en realidad, confesión de que en esos días Lennon se había cristianizado, incluso quería asistir a la iglesia. “John entra por un camino malo, equivocado“, decía ‘Madre’.
La última canción que escribió el ex-beatle la terminó de grabar, exactamente, el 14 de noviembre de 1980. Pocos días antes de su asesinato.
John canta con cierta sencillez una propia confesión. Primero: dos intentos de suicidio. Uno en el hotel de Okura de Tokyo, sobre el año 1977; y un segundo intento en uno de los primeros apartamentos que tuvieron cuando llegaron a Nueva York. Exactamente, en Bank Street, en el Village.
Este es el texto de la última canción compuesta por John:
When I was lonely and scared
I nearly fell for a TV preacher
In a hotel room in Tokyo
Oh, only you truly saved me from that suicide
Because all the things
I die along with you
Remember the time
When I went to jump out of that apartment window
On the west side of town of old New York
Oh, only you saved me from that suicide
Because of all my foolish pride
Well if I could thank you, thank you
For saving my soul with your true love
Tampoco, en realidad, se trata de una composición de cierto interés. A veces, Lennon se comportaba como un moralista. Utilizaba la frase de Goethe: “Todos mis poemas son versos ocasionales”.
Para contentar también a ‘Madre’, John le decía que ellos dos eran la justa reencarnación de Robert Browning y Elizabeth Burret Browining, los poetas victorianos. Así nació, de un verso suelto de ‘Robert’ (o sea, John) ‘Grow old along with me’, un descarte que se aprovechó en el álbum ‘Milk and honey’.
De aquel famoso día, hay otra canción que tampoco Yoko ha querido dar a conocer. Se llama ‘Dear John’. Y también tiene una explicación sencilla. En ese estado de frustración, de ansiedad por los viejos éxitos de los 60, John escribe un tema de auto-compasión, de reconocimiento a que su camino ya está terminado y que puede poner fin a su carrera de compositor.
Ahora, mientras escribimos, cuando escuchamos la canción, se nos pone un nudo en la garganta. ‘Dear John’ está compuesta a guitarra acústica, con un ritmo al estilo de ‘Only you’, el clásico que desarrolló con otro arreglo, cuando la grabó para Ringo. En la melodía, se para con la palabra “noviembre”.
Este el motivo principal en la canción:
Dear John,
Don’t be hard on yourself.
Give yourself a break.
Life wasn’t meant to be run.
The race is over, you’ve won.
Indiscutiblemente, John Winston Lennon ha ganado esa carrera, aunque haya terminado siendo un icono como Gandhi, Martin Luther King o Kennedy. Es decir, otro “santo muerto”, como los llamaba.
Otra de sus últimas canciones, que data del 10 de noviembre es ‘Help me to help myself’, otra canción de auto indulgencia, como si estuviera predestinado a un fin imprevisto. Dice en ella que es duro seguir vivo, incluso habla de la persecución de un ángel exterminador, como si conociera bien la película de Luis Buñuel. Se trata de una maravillosa melodía. Probablemente , la mejor de las que compuso para el musical de Broadway. Yoko no la escondió y, finalmente, la incluyó hace 10 años en una re-edición de ‘Double fantasy’.
Este es el proceso de su camino hacia el cristianismo:
‘Well, I tried so hard to settle down
But the angel of destruction keeps on houndin’ me all around
But I know in my heart
The leaves are shining in the sun,
That we never realy parted.
Oh no, oh, help me, lord,
Oh, help me, lord,
Please, help me, lord, yeah, yeah,
Help me to help myself,
Help me to help myself.
Todos acudiríamos a salvar a John. Estuviera donde estuviera. Hasta el final , hasta el último disparo, John mantuvo ese sentimiento de sensibilidad e inseguridad que le convertía el ‘hombre de ningún sitio’, como la maravillosa canción del álbum ‘Alma de goma’ (‘Rubber soul’). ¿Quien no tiene un alma de goma? www.plasticosydecibelios.com
Don’t be hard on yourself.
Give yourself a break.
Life wasn’t meant to be run.
The race is over, you’ve won.
Indiscutiblemente, John Winston Lennon ha ganado esa carrera, aunque haya terminado siendo un icono como Gandhi, Martin Luther King o Kennedy. Es decir, otro “santo muerto”, como los llamaba.
Otra de sus últimas canciones, que data del 10 de noviembre es ‘Help me to help myself’, otra canción de auto indulgencia, como si estuviera predestinado a un fin imprevisto. Dice en ella que es duro seguir vivo, incluso habla de la persecución de un ángel exterminador, como si conociera bien la película de Luis Buñuel. Se trata de una maravillosa melodía. Probablemente , la mejor de las que compuso para el musical de Broadway. Yoko no la escondió y, finalmente, la incluyó hace 10 años en una re-edición de ‘Double fantasy’.
Este es el proceso de su camino hacia el cristianismo:
‘Well, I tried so hard to settle down
But the angel of destruction keeps on houndin’ me all around
But I know in my heart
The leaves are shining in the sun,
That we never realy parted.
Oh no, oh, help me, lord,
Oh, help me, lord,
Please, help me, lord, yeah, yeah,
Help me to help myself,
Help me to help myself.
Todos acudiríamos a salvar a John. Estuviera donde estuviera. Hasta el final , hasta el último disparo, John mantuvo ese sentimiento de sensibilidad e inseguridad que le convertía el ‘hombre de ningún sitio’, como la maravillosa canción del álbum ‘Alma de goma’ (‘Rubber soul’). ¿Quien no tiene un alma de goma? www.plasticosydecibelios.com
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