Aquel día en la vida, quienes iban en camino de ser los más grandes en la historia del rock conocieron a quien iba a ser el más grande de todos los tiempos del boxeo. Todos eran jóvenes y desenfadados; por eso, no extraña este diálogo entre John Lennon y Cassius Clay.
"Ustedes no son tan estúpidos como parecen", espetó el futuro Muhammad Alí. "Nosotros, no; tú sí", fue la riposta, nítida y al mentón de Lennon. La tensión por la típica salida "lennonística" se desvaneció con los reflejos rápidos del mismo John: una sonrisa destacó el sentido de broma de sus palabras y obvió el sarcasmo hacia el joven retador al título mundial de todos los pesos.
A la sazón, el campeón del mundo era Sonny Liston y lo esperable era una visita al monarca, no al desafiante; pero Liston rechazó el encuentro con The Fab Four: "¿Esos son Los Beatles? Mi perro toca la batería mejor que el narizón".
Así, John, Paul, George y Ringo se fueron a conocer a Clay, el 18 de febrero de hace 50 años en Miami, en el día libre que tuvieron los muchachos, tras sus presentaciones en The Ed Sullivan Show y sus actuaciones en vivo. Ya el virus de la beatlemanía -traído desde Liverpool, Inglaterra- había tomado por asalto a Estados Unidos y empezaba a propagarse por el resto del planeta. Paul fue el de la idea.
Fue un encuentro agradable, a pesar de la bromita de John y a pesar de que la impuntualidad de ese día del Bocazas los sacó de quicio..., pero Clay tenía carisma y entre grandes se entendieron.
Clay, solo tenía 22 años -era contemporáneo de los cuatro- y estaba en el umbral de asombrar al mundo del boxeo y lugares aledaños, pues le arrebataría, justo una semana después, la corona de todos los pesos pesados a Sonny Liston, quien poseía una de las pegadas más salvajes que jamás se hayan conocido. Clay venció por nocaut técnico en siete vueltas (una antes de lo que predijo).
Ese mes de febrero, dos de los más grandes íconos de los años 60 estrecharon sus manos. Parafraseando a John F. Kennedy: la antorcha generacional había cambiado de manos. Los 60, una de las décadas más apasionantes de la humanidad comenzaba. Ni la música, ni el boxeo jamás volvieron a ser lo mismo. Para nuestra dicha. www.nacion.com
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